La ciencia no aborda los desafíos más urgentes: resultados del estudio STRINGS

La investigación científica mundial está al servicio de las necesidades del Norte Global y se rige por los valores e intereses de un pequeño número de empresas, gobiernos y organismos de financiación, afirma el estudio internacional STRINGS, publicado hoy. Según lxs autorxs, la investigación en ciencia, tecnología e innovación no se centra en los problemas más acuciantes del mundo, como la lucha contra el cambio climático, los complejos problemas sociales subyacentes, la lucha contra el hambre y la promoción de la salud y el bienestar, consagrados por los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. Valeria Arza, quien lideró el equipo argentino del estudio analizando la producción científica sobre Chagas, explica la importancia de estos resultados.

¿Qué es el proyecto STRINGS?

El nombre largo del proyecto STRINGS es “Steering Research and Innovation for Global Goals”, es decir, que se investigó de qué manera se puede guiar la ciencia y la innovación para contribuir a los objetivos globales. Para ello se partió de un mapeo de la ciencia y la tecnología a nivel global, utilizando una amplia variedad de estrategias metodológicas, para investigar hacia qué objetivos y temas se orienta la inversión en ciencia y tecnología. Una buena parte de esa inversión a nivel mundial es con fondos públicos, cuyo uso para estos fines se justifica desde el impacto que el avance del conocimiento científico se espera que tenga en el bien común. STRINGS mapeó en qué medida la investigación se orienta a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) definidos por las Naciones Unidas. Estos son un conjunto de objetivos acordados internacionalmente que apuntan a mejorar el bienestar económico, social y ambiental del planeta. Entonces, si entendemos en qué medida y cómo los esfuerzos en ciencia y tecnología se orientan hacia esa agenda en distintos lugares del mundo, estaremos entendiendo si es un esfuerzo que se justifica desde el bien común. 

¿Cuál es su objetivo?

El objetivo central del proyecto es mejorar el impacto de la investigación en ciencia y tecnología. El proyecto se organizó combinando múltiples perspectivas y metodologías, cuyos resultados se presentan en diversos formatos (artículos académicos, un reporte, notas breves, videos y otros) incluidas herramientas como el mapa de publicaciones globales y su asociación con los ODS, que podrá continuar siendo utilizado en futuras investigaciones.

Los resultados muestran que existe un desajuste importante entre la ciencia, la tecnología y la innovación y los ODS y advierte en la necesidad de reducirlo para lograr avanzar hacia los ODS. Se presentan recomendaciones concretas en este sentido, haciendo hincapié en la necesidad de promover diversas formas de abordar desafíos específicos, que construyan desde la experiencia situada, e involucren a las partes interesadas en resolver los distintos problemas.

Los resultados muestran que existe un desajuste importante entre la ciencia, la tecnología y la innovación y los ODS y advierte en la necesidad de reducirlo para lograr avanzar hacia los ODS.

¿Quiénes lo integran?

Para más detalles se puede visitar su página web http://strings.org.uk/; el estudio, fue coordinado desde Inglaterra,  e incluyó una diversidad de organizaciones de varios países, incluidos Argentina, India y Sudáfrica, además de otros europeos.

¿Cómo se trabajó, y durante cuánto tiempo?

Se trabajó durante tres años, en un esfuerzo global que combinó distintas metodologías cuantitativas y cualitativas. Se realizó un estudio bibliométrico sobre las publicaciones científicas globales, que se materializó en una herramienta interactiva de gran valor para estudios futuros. También se realizó una encuesta a más de 1300 expertos y se realizaron tres estudios de caso en profundidad, uno de ellos el que realizamos desde Argentina sobre Chagas.

¿Cuáles fueron los principales hallazgos a nivel global?

El proyecto encontró que existe un desajuste entre los temas que se investigan y las necesidades socio-ambientales como se describen en los ODS. Este problema tiene a su vez varias aristas. Por un lado, existe una cuestión de orientación de la agenda, ya que más del 60% de lo que se investiga no parecería estar alineado con los ODS. Las asimetrías mundiales son enormes, y son los países más ricos, quienes más se alejan en sus investigaciones de los ODS. Estos países son, a su vez, quienes dan cuenta del 90% de la investigación mundial y hay muy poca colaboración entre países de altos y bajos ingresos. Por otro lado, también existen desajustes al interior de cada país y región: las prioridades de investigación de los países no suelen estar alineadas con los que son sus principales desafíos según los definen Naciones Unidas. Por ejemplo, en Argentina, los mayores desafíos están relacionados con la reducción de las desigualdades (ODS 10), mejorar la innovación y la infraestructura (ODS 9), la calidad de las instituciones (ODS 16) y la vida en los ecosistemas terrestres (ODS 15), y solo sobre este último tema hay cierto nivel de especialización científica y trayectorias de investigación local. La falta de inversión en desarrollo científico local en los temas en los que tenemos las mayores necesidades, como la desigualdad, limitan nuestra capacidad para explorar distintas opciones que nos permitan mejorar. Otro resultado, que también preocupa porque limita nuestra capacidad de respuesta, es la reducción de opciones para abordar los problemas: en cada tema, suele haber una forma de responder que termina siendo dominante, marginando respuestas alternativas. Por ejemplo, en el caso que investigamos en Argentina, si bien para muchos la apertura y colaboración en ciencia podría tener un efecto positivo en la capacidad de dar respuestas integrales –que es una de los mayores desafíos para abordar la multi-dimensionalidad del Chagas como problema socio-ambiental-, en la práctica, la mayor parte de conocimiento científico se sigue realizando de una manera tradicional, dentro de laboratorios, y con muy poca o nula conexión con el entorno.

Más del 60% de lo que se investiga no parecería estar alineado con los ODS. Las asimetrías mundiales son enormes, y son los países más ricos, quienes más se alejan en sus investigaciones de los ODS. Estos países son, a su vez, quienes dan cuenta del 90% de la investigación mundial y hay muy poca colaboración entre países de altos y bajos ingresos.

En el caso de Argentina, su equipo estudió a qué áreas se orienta la investigación en Chagas. ¿Cuáles fueron los resultados principales?

Efectivamente, estudiamos el Chagas como una problemática socio-ambiental compleja. Porque si bien el Chagas se define como una enfermedad infecciosa causada por un parásito y que afecta la vida de 6 millones de personas que esperan una solución adecuada, es mucho más que un problema de salud. La falta de solución se relaciona, justamente, con el hecho de ser un problema que requiere un abordaje integral. Esto implica contemplar aspectos relacionados con el manejo del ambiente, las particularidades de los contextos rurales y urbanos, las representaciones, los estereotipos, los prejuicios y las valoraciones sociales, entre otros. Así, hay muchos más ODS en juego que el ODS 3 sobre Salud y Bienestar. Lo que hicimos en nuestra investigación es, por un lado, como se hizo con el proyecto global, mapear la oferta de conocimiento científico sobre Chagas, y por otro, identificar cuáles son las principales necesidades sociales en relación al tema. Encontramos, que la principal demanda está en mejorar la gobernanza de la política pública y las instituciones que trabajan en encontrar soluciones para el Chagas. Es decir, un objetivo de investigación bien ligado al ODS 16, sobre calidad institucional. Recién después, aparecían listadas otras necesidades como mejorar los métodos de tratamiento, diagnóstico y prevención y el control vectorial. Por otro lado, investigamos la oferta de investigación científica sobre Chagas en el país y en el mundo. Encontramos, que esta viene de la comunidad biomédica, estudiando el parásito, su ecosistema y el vector; estos tres temas explican un 50% aproximadamente de las investigaciones, le siguen estudios bioquímicos orientados a mejorar métodos de tratamientos y vacunas (30%) y los estudios clínicos que investigan sobre las consecuencias médicas de la enfermedad (20%). Hay muy poca investigación desde las ciencias sociales y humanas sobre el tema, tanto en el país como a nivel global. Finalmente, nuestro foco estuvo puesto en entender cuál era el potencial de la ciencia abierta para mejorar el ajuste entre oferta y necesidades de conocimiento, y encontramos que, la mayor parte de las personas a quienes involucramos con distintas metodologías cualitativas (entrevistas, talleres y mapeo multi-criterio) creen que el potencial es alto sobre todo por su mayor capacidad para abordar la complejidad, al convocar la participación de diversos actores, con distintas experiencias en el problema, al proceso de producción de conocimiento. Por otro lado, el acceso abierto a los resultados de la investigación reduce las posibilidades de fracaso porque éstos quedan disponibles en el dominio público. De esa forma, pueden utilizarse para buscar nuevas respuestas y soluciones a lo largo del tiempo. A su vez, con metodologías cuantitativas, encontramos que la colaboración interdisciplinaria y la colaboración, uno de los pilares de la ciencia abierta, en particular con autores de países de Latinoamérica, mejora la alineación de la oferta con las necesidades.

¿Qué rol juegan en la ciencia los organismos de financiamiento?

Cuando uno analiza cuales son los factores que alejan la investigación científica de las necesidades socio-ambientales, encuentra que hay muchos motivos. Algunos tienen que ver con las propias dinámicas de cómo se realiza la investigación -que implica cambios lentos en la agenda porque depende de las trayectorias individuales e institucionales. Otros, también relacionados, con los esquemas de incentivo en ciencia –que implica tomar decisiones temáticas y metodológicas para ampliar las chances de publicar los resultados en buenas revistas. Finalmente, también las propias características de cómo se materializa la demanda de conocimiento –es decir, quienes pueden hacer conocer sus necesidades y más aún quienes tienen capacidad para torcer los incentivos en una u otra dirección. Todo esto, se retroalimenta con quiénes tienen disponibilidad de recursos y qué intereses tienen.

¿Qué es necesario hacer para poder orientar mejor los esfuerzos y recursos destinados a la ciencia en función de los ODS?

Las recomendaciones que se presentan en el reporte global tienen que ver con aumentar el financiamiento para la investigación relacionada con los ODS, pero adoptando enfoques más participativos de diseño y evaluación de la agenda. En este mismo sentido, se promueve ampliar la diversidad de caminos que se persigan para abordar cada problema que se plantee, lo que también implica cambiar la gobernanza de la política en ciencia y tecnología hacia esquemas más abiertos y colaborativos, con participación de las partes interesadas en cada problema. Para lograr esto, es necesario empoderar a estos actores, sobre todo organizaciones de la sociedad civil, para que puedan participar de los procesos de diseño, implementación y evaluación de la agenda en ciencia y tecnología. En el caso de estudio realizado en Argentina, las recomendaciones van en un sentido parecido, pero promoviendo en particular las formas más abiertas y colaborativas de hacer ciencia y fomentando una mejor articulación horizontal entre las diferentes áreas de política pública (de salud, de vivienda, de infraestructura, de trabajo, de educación) con la política científica.